La importancia de la documentación
Adquirir conocimientos es acercarte al “solo sé que nada sé”, como dijo Platón acerca de Sócrates. Pero cuanta mayor cultura absorbas mejor te desenvolverás a la hora de escribir. Arturo Pérez Reverte tiene una memoria tal que rara vez acude a documentarse. Lo mismo se puede decir de Fernando Sánchez Dragó, que en el momento de hablar con él piensas que es una biblioteca pública andante. Pero Arturo y Fernando, con sus correspondientes apellidos solamente existen esos.
En lo único que soy ordenado, y no todas las veces, es en la clasificación de la documentación que preciso. Ya os he indicado en alguna ocasión que existe un software denominado Scrivener https://www.literatureandlatte.com/scrivener/overview que dispone de unos archivadores en la misma pantalla con la que estás trabajando (escribiendo). En ellos es donde introduzco la información que creo precisar, casi siempre la más elemental, pero de todo ha habido. En ocasiones dependiendo de la investigación más o menos densa y considerable, ese archivador ha contenido una especie (no conozco el nombre exacto pero vas a entenderme) de sub-archivadores a los que se les puede dar un nombre general de lo que van a contener. Y es tan intuitivo que no necesita de demasiado aprendizaje. Echarle un vistazo. Puede ayudaros un montón.
No manejo demasiada documentación. La justa, e incluso, cuando estoy saturado de buscar y buscar, dejo espacios en blanco para regresar en otra ocasión o simplemente me invento alguna cosa o paso de continuar por donde había empezado.
IMPROVISACIÓN O PLANIFICACIÓN (para narrativa o texto dramático)
A veces me han preguntado cómo me sentía más cómodo antes de empezar a escribir: planificando o improvisando.
Mi opinión es que cualquier planificación proviene de una improvisación interior e inconsciente.
Comprendo, entiendo que muchos escritores planifiquen hasta el mínimo detalle de lo que luego, posiblemente, se irá a pique todo lo trabajado hasta ese momento. Que uno se haga una especie de esqueleto digamos que desmontable, es una pequeña ruta a la que se pueden ir añadiendo piezas conforme se desarrolla la narración. Incluso admito que aquello que hoy es tan moderno denominado “lluvia de ideas” o “tormenta de ideas”, puede servir para empezar a desenrollar el ovillo. Pero mi planificación y, por supuesto, la que recomiendo es fundamenta en los conceptos básicos de cualquier texto dramático: desarrollo, nudo y desenlace.
Un esquema breve, algo que no nos duela torcer y retorcer hasta adaptarlo a aquello que nos deja más tranquilos: no hay duda que da cierta seguridad.
He de confesar que, para confeccionar mis poemas, comedias o novelas, nunca he necesitado más que cabeza, tronco y extremidades: lo propio de un esqueleto. Y en la mayoría de las ocasiones me he lanzado a la piscina sin conocer si está llena o vacía. A lo que me refiero es que si planificas se te va mucho tiempo en la creación de situaciones, lugares y personajes pero, por el contrario, la improvisación no requiere tanto tiempo, aunque cuando las ideas no fraguan, y has rellenado cuarenta o cincuenta folios, no te queda más remedio que guardarlos hasta que el inconsciente o la información hagan posible una continuación que rara vez se produce. Pierdes tiempo como si hubieras planificado, pero al final resulta más productivo porque puedes echar mano e frases, tipos, etc., etc.
También ocurre, no te desesperes, que la intuición o multitud de circunstancias te conducen por caminos increíbles y que no habías proyectado. No te asustes, igual es una manera de autocorrección desandando lo andado hasta encontrar otro sentido por donde introducir tu historia interior.
A veces te propones acabar con el malo al final de una novela o drama. Pero te viene a la cabeza que puedes convertirlo en bueno. Buscas de nuevo el camino en el que has dejado patente la maldad del personaje y con un tul de misterio acabas desfigurando sus iniquidades, incluso les buscas el justificante dotándolo de naturalidad y del negro pasas al blanco dejando al lector con un palmo. A los lectores te aseguro que les gusta quedarse con un palmo. Y por experiencia te aseguro que siempre piden más, o sea, la continuación.
Continuará…
ARGUMENTOS
Cualquier argumentación tiene que estar concebida como una brevedad vehemente.
Continuará…