Ley de Propiedad Intelectual (11)

LO BÁSICO DE LA LEY DE PROPIEDAD INTELECTUAL que todo escritor debe conocer para que no le plagien o, al menos, para demostrar que le han plagiado, porque generalmente a los plagiadores no les hacen renunciar a su autoría porque “es muy complicado distinguir si ha habido plagio o no.

No entraré a aburriros con las leyes básicas que debéis conocer cuando decidáis poneros a escribir en serio y con la intención de publicar. Vaya coñazo. Es que nunca me han gustado las leyes, aunque la mayoría de las veces las he acatado (no he cometido ningún acto violento que se merezca una condena, ni he robado, ni he reñido, pero cuando era joven me gustaba doblar las velocidades marcadas por las señales).

También he de dejar claro que únicamente me voy a referir a las leyes de España (mi país), pero que no tienen por qué diferir mucho de las de otros países, sobre todo en aquellos que se habla español.

De cualquier manera tanto para mi idioma como para cualquier otro, estoy convencido de que si buscáis en Internet, vais a encontrar páginas y vínculos que os lleven a las especificaciones concretas de vuestro país.

Y, sin más, únicamente explicaros por qué es tan importante la Ley de Propiedad Intelectual para ensayos, poesía, narrativa, cuento, partituras musicales, textos dramáticos de teatro, etc., etc., vamos para toda creación escrita. Pero además, para ciertas obras, es obligatorio, antes de su representación y una vez conocida la fecha de la misma, pertenecer a alguna de las asociaciones de autores (por ejemplo la SGAE, Sociedad General de Autores y Editores https://www.sgae.es/es-ES/SitePages/index.aspx, o CEDRO, Centro Español de Derechos Reprográficos, etc., etc.) y estar de alta para que os representen legalmente y sean quienes se hagan cargo del cobro de vuestros derechos como autor allá donde se exhiban vuestras obras. Es gratis.

Un ejemplo. Cuando una orquesta interpreta música y canciones de diferentes compositores, la asociación encargada de mirar por vuestros derechos, se desplaza al lugar en el que va a ser el acontecimiento festivo y se encarga de cobrar los derechos de cada una de las canciones que se van a interpretar. De ahí que las orquestas tengan la obligación de relacionarlas todas en una hoja preparada al efecto. Lo mismo pasa en una obra de teatro. Como autor, te corresponde un tanto por ciento de cada entrada vendida.

LO QUE MÁS IMPORTA  

Cuando hayas escrito un cuento, un relato (aunque te ocupe una sola página), una novela, una comedia, drama o tragedia, varios poemas…, en cuanto puedas, llévalos a darlos de alta en la Propiedad Intelectual. Hablando de España, puedes ir a la delegación territorial de donde vivas, o puedes hacerlo a través de internet. De cualquier manera, si te decides por lo primero, en la página que acabo de señalarte, podrás recoger todos los impresos, rellenarlos desde tu ordenador y llevarte el trabajo hecho para que llegues a la tramitación y no tengas que perder el tiempo hasta que te entreguen la documentación y la rellenes. Pagar, tienes que pagar. Ahora mismo no estoy seguro, pero la última vez (y no hace mucho), cobraban alrededor de 12 euros.

Y por supuesto que tienes que adjuntar una copia de tu obra (borrador encuadernado) en cuya página principal esté reflejado el título de la misma y tu nombre y apellidos. Los funcionarios que te la recojan te dirán cada cuántas páginas deberás estampar tu firma.

Una vez presentado todo, te darán un resguardo, y alrededor de tres meses después, te enviarán el visto bueno a través de un documento físico o digital en el que confirmarán el reconocimiento de la propiedad intelectual de la obra que tienes presentada.

¿Para qué sirve? Para quedarte tranquilo y pedir opinión a tus conocidos, amigos, sin tener nunca ni la más mínima sospecha de que te la han copiado. O incluso, presentarla a concursos nacionales e internacionales sin temor.

De cualquier manera te diré que en una ocasión me quedé con dos palmos cuando años después de haber registrado y publicado mi primer poemario, alguien, muy famoso, salió con un título idéntico al de mi libro de poemas. Reclamé porque pensé que la Propiedad Intelectual servía para que no se copiara nada de lo que ya había recibido la bendición de la ley y me salieron con que se trataba de un título genérico. Vamos que se le podía haber ocurrido a cualquiera. Mi respuesta fue que los títulos que ellos consideraran genéricos, deberían pagar menos al registrarlos, y además ¿no adquirí el derecho de ser informado? Sino, para qué tanta parafernalia. Pero vamos a dejarlo porque tengo más historias.

Te insto a que lleves todos tus títulos a la propiedad intelectual antes de dejarlos leer a nadie. Te aseguro que hay verdaderas mafias que van buscando los títulos, los argumentos y hasta los contenidos técnicos de tus obras.

No puedes dejar al azar que alguien pueda hacerse con los frutos de tu cabeza, de tus sentimientos. Para mí, robar eso es robar el triple que si sufres un hurto físico.

Y ahora que ya parece que he finalizado, te voy a contar algo que me sucedió hace muchos años y que, por supuesto, nadie del Servicio Jurídico de la SGAE, que es donde estaba de alta como socio, se atrevió a solucionar.

En el año 1980 escribí una comedia titulada “A la pata coja”.

En noviembre de 1989 se estrenó en Lleida, con compañeros de trabajo con los que formamos una nueva compañía amateur que se llamó La Tahona.

Un año después, diciembre de 1990 se estrena una película americana de la que seguramente habéis oído hablar: Ghost.

Mis compañeros fueron a verla y empezaron a comentar que el argumento era el mismo que “A la pata coja”. Como se puede suponer fui a verla intentando armarme de imparcialidad. Y también coincidí en que lo fundamental del argumento era idéntico a mi comedia aunque con disimulos.

Consulté a los servicios jurídicos de la SGAE y la respuesta fue: “aunque te hayan plagiado, cualquiera se mete con los americanos”. Y como en aquel momento no pude pagarme un abogado, ahí quedó la cosa.

Que no os quede nunca ni la más pequeña duda. Aunque la duda de ahora es la resignación de mañana (igual me copian la frase porque no la tengo dada de alta en la Propiedad Intelectual)

Hasta el curso que se acerca.

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